La Maldad no existe.
Desde que tengo consciencia, he escuchado calificativos como
“Esa persona es Mala”
“No te juntes con ellos, esos parecen ser amigos pero son malos”
o sentencias más fuertes como:
“Ese hombre es la maldad personificada”
Lo ultimo típicamente refiriéndose a personajes que cometieron actos terribles por supuesto, como Hitler o Pol Pot.
No entrare en detalle en este articulo sobre lo perjudicial y poco preciso que suele traer el uso del verbo “ser”, ni tampoco en toda la mitologia que rodea la maldad.
Pero sí quiero centrarme en tratar de argumentar lo que expongo en el título.
Empecemos :
Tomemos como punto de partida la frase “La maldad personificada”.
Queriendo decir que alguien puede encarnar físicamente este fenómeno llamado “Maldad”.
Pero, ¿dónde podríamos encontrarla si no está personificada? ¿Si no podemos verla en los actos crueles que podría cometer un ser humano?
Solo se me ocurren 2 lugares.
Fenómenos naturales y Animales no-humanos.
¿Tal vez en desastres naturales, terremotos, volcanes o inundaciones?.
Veamos, debemos reconocer que, durante miles de años —incluso antes de que existiera vida sintiente — el planeta ya ha pasado por cambios drásticos y ha experimentado una gran cantidad de fenómenos y cataclismos naturales.
Han existido mas de cinco extinciones masivas a lo largo de la historia de la Tierra.
Es más, gracias al meteoro que extinguió a los dinosaurios, hoy estamos aquí. Ese fenómeno, indirectamente, permitió la aparición y proliferación de los mamíferos, lo que finalmente allanó el camino para la evolución del ser humano.
Si estos fenomenos existian antes de la vida sintiente, y aun siguen pasando, no hay razon para afirmar que existe una agenda hostil. Me inclino a pensar lo que afirmaba mi divulgador cientifico preferido Carl Sagan.
“El Universo no parece ni benigno ni hostil, simplemente indiferente a las preocupaciones de seres tan insignificantes como nosotros.” ― Carl Sagan, Cosmos
¿Y los animales no humanos?
Ahora bien, si dejamos fuera a la naturaleza inerte, ¿qué hay de los animales?
¿Podríamos decir que un león es cruel por cazar a una cría de gacela? ¿O que los delfines son malvados cuando matan crías de su misma especie para aumentar sus chances de apareamiento? ¿O que un chimpancé que mata a otro de su grupo por territorio está cometiendo un acto malvado?
La respuesta no me parece tan sencilla.
Recuerdo que, de niño, sentía que sí, que era cruel. Pero con el tiempo me di cuenta de que soy humano y, como muchos otros, tiendo a antropomorfizar el comportamiento de los animales, es decir, a atribuirles valores humanos a seres no humanos.
Desde nuestra perspectiva humana —con nuestras nociones de empatía, justicia y moral— podríamos sentir que esos actos son crueles. Pero, ¿hay realmente intención de hacer daño por el simple hecho de dañar? ¿Existe en ellos la capacidad de reflexionar moralmente sobre sus acciones?
Lo que me parece indicar que es el resultado de dinámicas de supervivencia, competencia o reproducción causa de la evolución. Incluso si muestran comportamientos complejos, no hay evidencia clara de que posean una conciencia ética como la nuestra.
Entonces, ¿Puede haber crueldad sin la posibilidad de elegir no ser cruel?
Me inclino a pensar que no.
Si intentas buscar la Maldad fuera, como una existencia independiente de los humanos, no vas a encontrarla. Salvo en libros de fantasía, películas de terror o antiguos textos mitológicos.
No hay forma de encontrarla en el mundo real, porque simplemente no existe, no existe como entidad autónoma.
Lo que es y llega a ser, un resumen de las cosas malas que la gente comete o permite cometer por otros.
En otras palabras, “la maldad” es solo una etiqueta que usamos para describir cierto tipo de comportamientos: desagradables, destructivos, perjudiciales para otros o para uno mismo.
La maldad no existe; los actos malos, sí
¿Aja, pero porque la gente suele hacer cosas malas?.
Sinceramente creo que la accion de actos crueles o malos, es multifactorial y no tiene nada que ver con algo “malvado”, ahora menciono los que me vienen a la mente ahora.
- Conformismo Social
- La Amathia o falta de reflexión (ignorancia)
- Trastornos psicológicos
- Ventaja Economica a traves del estatus o poder
Desarollare brevemente los 2 primeros, en este articulo:
Conformismo social (seguir órdenes, presión del entorno, influencia del contexto)
Uno de los experimentos más famosos para entender por qué la gente comete actos dañinos es el experimento de Milgram (1961)
¿Qué nos dice esto?
Que muchas veces la gente hace daño no por maldad, sino por obediencia, presión social o miedo a desafiar la autoridad. Es el “yo solo seguía órdenes” que hemos escuchado en testimonios históricos, especialmente en regímenes totalitarios o contextos de violencia estructural.
La filósofa contemporánea Hannah Arendt también retoma esta idea en su análisis sobre Adolf Eichmann, un burócrata nazi. Ella acuña el concepto de “la banalidad del mal”: Eichmann no parecía un monstruo, sino un hombre común que nunca pensó críticamente sobre sus acciones. Simplemente “cumplía con su deber”.
Eichmann comentaba Arend, estaba orgulloso de la eficiencia con la que trabajaba, sin importarle que el resultado de su labor fuera la muerte de cientos de miles de inocentes en Hungría, donde realizó sus actividades.
El mal en este caso, es el resultado de la pasividad, no necesariamente del odio.
La Amathia o falta de reflexión (ignorancia):
Para Sócrates nadie hace el mal conscientemente; las personas hacen lo que creen que es bueno o justificable, aunque estén equivocadas, y esto se relaciona con el punto anterior.
Esta idea de la amathia —como desconexión entre saber y actuar— no es solo una teoría abstracta. De hecho, ha sido representada muchas veces en la literatura y el cine, a través de personajes que caen en actos terribles sin ser “malvados” por naturaleza.
Medea: pasión que eclipsa la razón
En la tragedia griega de Eurípides, Medea es traicionada por su esposo Jasón, quien la abandona para casarse con otra mujer. Cegada por la ira, la humillación y el deseo de venganza, Medea llega al extremo de asesinar a sus propios hijos.
Ella misma lo reconoce: “Conozco muy bien los males que pretendo hacer pero la pasión desborda lo que me indica el buen juicio ”
Aquí no hay un “ente maligno” en su interior, sino una desconexión trágica entre lo que sabe y lo que hace. Su dolor y su orgullo hieren tanto que ya no puede ver con claridad. No comprende el verdadero daño que está por cometer.
Anakin Skywalker: el miedo como puerta al lado oscuro
En la saga de Star Wars, Anakin Skywalker —el futuro Darth Vader— comienza como un joven sensible y con intenciones nobles. Pero su miedo a perder a Padmé, su deseo de controlarlo todo, su sed de venganza por el asesinato a su madre, y su incapacidad para aceptar el sufrimiento lo empujan a cometer actos cada vez más oscuros.
Cree que, uniéndose al lado oscuro, podrá salvarla. Pero termina traicionando todo lo que valoraba, termina siendo inundado por emociones y sentimientos poderosos de ira, miedo, venganza, apego, siendo presa facil del emperador Palpatine cediendo ante su manipulación.
En su caso, el mal no nace del odio puro, sino de una ignorancia emocional y moral profunda.
La tragedia no es no saber, sino no querer saber
En muchos casos extremos, lo terrible no es que la persona no haya sabido que algo estaba mal. Lo sabía. Pero eligió ignorarlo. Eligió justificarlo. Eligió racionalizarlo. Como si entender fuera más peligroso que actuar mal.
Esta amathía: ignorancia moral profunda, sucede no por falta de lógica o inteligencia, sino por una deficiencia en el carácter. Una falla que impide que el conocimiento ético se encarne en la vida.
Los estoicos advertían que una persona con amathía no puede ser persuadida únicamente con argumentos razonados. Puede entenderlos, incluso repetirlos, pero no logra integrarlos en su ser. Es como si el alma careciera del músculo necesario para actuar en consecuencia. Y en muchos casos, esta debilidad no es producto de una decisión puntual, sino de causas tempranas en la formación del carácter, momentos clave del desarrollo emocional y moral en los que no se cultivó la virtud, la empatía o el autodominio.
Así, lo que parece una elección libre puede, en realidad, ser el resultado de una cadena de omisiones formativas. Medea y Anakin no son simplemente malvados: son trágicos. Son ejemplos de cómo la falta de virtud arraigada puede llevar a que el conocimiento del bien sea inútil, o incluso sofocado por pasiones más fuertes.
Conclusion:
A lo que llamamos “maldad” no necesita a un villano, sino simplemente a alguien que no se cuestione. Y esto es profundamente inquietante, porque nos incluye a todos.