La Duda como Punto de Partida đ€
En varias ocasiones a lo largo de mi vida, he notado que la duda suele percibirse como algo no deseable.
Mostrarse dudoso, de cualquier forma, era visto como señal de debilidad o inseguridad.
- En la infancia, si estabas con otros chicos de tu edad y jugaban a juegos de preguntas y respuestas sobre cualquier tema, bastaba con responder honestamente un simple âNo sĂ©â para que se burlaran de ti. Te hacĂan sentir avergonzado por no saber y, peor aĂșn, por ser sincero đ
Dos cualidad que considero deseables eran castigadas, la duda y la honestidad.
Si creciste en un entorno religioso, cuestionar âLa Palabraâ podĂa ser visto como herejĂa, rebeldĂa. Te catalogaban como un niño malo y te decĂan: âNo te atrevas a pensar asĂâ. đ
En clase, cuando la profesora hacĂa una pregunta sobre historia o matemĂĄticas, todos corrĂamos a contestar lo mĂĄs rĂĄpido posible, como si fuera una carrera. El premio se lo llevaba quien respondiera correctamente primero.
Estoy de acuerdo en que hay mĂ©rito en el conocimiento: en saber, en haber leĂdo, en haber practicado, en tener la valentĂa de hablar a pesar del miedo a equivocarse. Todo eso merece celebrarse.
Pero muchas veces, sin darnos cuenta, despreciamos âo incluso ridiculizamosâ algo igual de valioso: la duda. Esa chispa que desafĂa lo establecido, que âretaâ a la autoridad, que impulsa a buscar mĂĄs allĂĄ de lo entregado.
Que sea la verdad la autoridad, y no al revĂ©s âđœ
Claro, dudar por sà solo no basta para pensar bien. Pero sà es el primer paso hacia un pensamiento escéptico (tema que quizås explore mås adelante).
Sea como sea, creo que necesitamos buscar formas de premiar la duda, (y la curiosidad) especialmente desde edades tempranas.
âđœ
La duda no es el enemigo, es el inicio del camino. La pregunta honesta es mĂĄs sabia que la certeza cĂłmoda.