La Duda como Punto de Partida đŸ€”

En varias ocasiones a lo largo de mi vida, he notado que la duda suele percibirse como algo no deseable.

Mostrarse dudoso, de cualquier forma, era visto como señal de debilidad o inseguridad.

Dos cualidad que considero deseables eran castigadas, la duda y la honestidad.

Estoy de acuerdo en que hay mérito en el conocimiento: en saber, en haber leído, en haber practicado, en tener la valentía de hablar a pesar del miedo a equivocarse. Todo eso merece celebrarse.

Pero muchas veces, sin darnos cuenta, despreciamos —o incluso ridiculizamos— algo igual de valioso: la duda. Esa chispa que desafía lo establecido, que “reta” a la autoridad, que impulsa a buscar más allá de lo entregado.

Que sea la verdad la autoridad, y no al revĂ©s âœŠđŸœ

Claro, dudar por sí solo no basta para pensar bien. Pero sí es el primer paso hacia un pensamiento escéptico (tema que quizås explore mås adelante).

Sea como sea, creo que necesitamos buscar formas de premiar la duda, (y la curiosidad) especialmente desde edades tempranas.

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La duda no es el enemigo, es el inicio del camino. La pregunta honesta es mĂĄs sabia que la certeza cĂłmoda.